María González, id.

El primer rasgo que podría sobresalir en la personalidad de María, es la manipulación que utiliza para conseguir sus propósitos y hacer creer a quién quiera de que sus fines son coherentes y demás. Una sonrisa, una mentira bien contada, explicaciones lógicas y racionales y, si lo ve necesario, un rostro degollado para dar pena.

Agresiva y protectora; no tiene ningún problema en recurrir a la fuerza y, en ocasiones, es ella misma quién empieza; no tiene miedo a resultar herida, al igual que no le pesaría herir a alguien. Protege a su familia y sus amistades dentro de la cárcel, hasta el punto de meterse en alguna pelea por quién considera una amenaza para los latinos.

La llaman Arabella porque durante sus primeras semanas en Pandora, murmuraba día sí y día también la canción Arabella de Arctic Monkeys.

Si alguien le preguntara a María González qué fue lo que hizo que tomara tan mal camino, probablemente rodaría los ojos e ignoraría la interrogación. Porque ni si quiera recuerda el día ni el momento en el que decidió juntarse con gente que se salía del círculo de sus amistades. Solo bastó medio año para que terminara envuelta en todas  las mierdas que el mundo de la venta de drogas suponía. Las vendía tanto como las consumía; tenía su territorio, sus clientes, dinero y gente que la secundaba. ¿Qué más iba a pedir?

Pero el asunto se le fue da las manos y, envuelta por la agresividad y locura que la cocaína le daba, hizo lo que la llevó hasta lo más hondo. Había llegado a sus oídos que alguien intentaba llevarse a sus clientes y no podía permitirlo. ¿Qué le quedaba sino eran los que le compraban? Nada. Así que se vio obligada a dar con la persona y secuestrarla. La tuvo encerrada en el sótano de su casa durante tres semanas, proporcionándole la alimentación justa (es decir, la mínima) y prestándole ninguna atención. Era suyo, todo aquello era suyo, y nadie iba a arrebatárselo.

Desconoce cómo lo logró, pero consiguió escaparse. Y aquello supuso la condena de González, detenida y llevada a juicio por venta de drogas y secuestro. En un principio, con aquellos dos delitos -sobretodo el segundo- iban a mandarle cadena perpetua, pero el abogado consiguió que fueran años, y no una eternidad.


El juicio terminó acotándole 20 años en prisión y 14 con buena conducta.